4 Abril 2015

    El sabor de la derrota no es amargo

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    Ahora estamos inmersos en los torneos de Semana Santa y muy pronto en los del verano. La historia siempre es la misma, partidos reducidos, competidos, intensos y con muchas fuerzas hasta el último momento. Se pasa de la victoria a la derrota en la brevedad de un segundo, de la alegría a la tristeza en el tiempo que cuesta levantar la mano, y sin embargo nos acompañarán las imágenes a lo largo del día, también del siguiente y siempre que pensemos en torneos o recordemos el lugar donde nos pasó.

    Muchas preguntas nos perseguirán haciendo imposible olvidar el asunto, ¿qué hicimos mal?, ¿quien tuvo la culpa?, ¿equivocamos la estrategia o nos pillaron en un momento de baja concentración? Pero no es el momento de buscar causas y culpables, es el momento de recompensar, de sacar pecho, de levantar la cabeza y de continuar. Personalizar no da buenos resultados y nunca responde a la realidad. Derrotas habrá más, no son un punto y final, nada se acaba con ellas, al revés, en muchos casos bienvenidas sean, hay que aprovecharlas, exprimirlas, porque de las victorias nunca se aprende.

    ¿Cómo comenzar a desactivar el malestar que generan?, ampliando el horizonte, pensando en todo, en este caso más es mejor, el discurso a los chavales debe buscar y basarse en varios partidos, en todo el torneo, hay que evitar reducirlo al partido de la derrota, hay que pasar del minuto trágico del gol que desequilibra. Para contrarrestar la tendencia negativa y pesimista hay que remontarse a todo lo disputado, lo ganado, lo empatado y lo perdido. Hacemos balance general y lo presentamos en positivo. Si además resaltamos las virtudes y las aportaciones de cada uno de los nanos al equipo, la herida cicatrizará antes.

    Aun así será difícil olvidar y costará pasar el mal trago, todo ello es normal en cierta medida, no tanto que acapare nuestra atención y nuestro pensamiento durante el resto de la estancia. Y para poder convivir con la derrota de una forma llevadera, es necesario empezar a desterrar la idea de que se compite sólo para ganar y empezar a pensar que jugamos para ganar pero no de cualquier manera, nuestra filosofía se basa en el trabajo, ganar compitiendo hasta el final, poniéndoselo difícil al oponente y si eso es así, ante la derrota sólo nos cabe felicitar al oponente y continuar entrenando. Competir sólo tiene un camino, ganar tiene muchos atajos.

    Va dedicado este artículo a los chavales del Benjamin A, que habiendo disputado hoy un buen torneo al final no lograron clasificarse, sintiendo una tremenda insatisfacción. Es posible que los benjamines no entiendan lo que queremos comunicarles, y por ello espero y confió en que alguien cercano a ellos quiera traducirlo y expresárselo. Que sepan que estamos muy orgullosos de su participación y de todos sus resultados, y que siempre después de un día tormentoso vienen muchos más de sol y cielo despejado. Animo chavales.