6 Febrero 2015

    Acerca del error arbitral

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    OBJETIVO > Amonestaciones por dirigirse o protestar decisiones arbitrales = cero (0)

    Muchas veces lo que llegamos a considerar un error no lo es, y se trata de un fallo de apreciación o interpretación por nuestra parte, pero aun siendo un error, nadie es ajeno a él y menos en fútbol. Por ello, perseguirlo y quejarse ininterrumpidamente es una práctica tóxica e innecesaria. Para demostrarlo y proponer otro tipo de actitud y actividades durante la observación o práctica del fútbol nos apoyaremos en algunas ideas del psicólogo Daniel Kahneman.

    Recordemos, tengamos claro y siempre presente que en fútbol el árbitro debe tomar decisiones rápidas y generalmente con incertidumbre o seguridad no plena. En el arbitraje las decisiones se basan en juicios certeros (cercanía, proximidad, visibilidad óptima y concentración) o juicios intuitivos (me lo parece, es una falta típica, es un defensa….). Si asociamos el posible error a las decisiones por juicio intuitivo, podríamos situarnos en un 50% de errores en un partido, obviamente esto no es real, porque los juicios intuitivos, bien por azar, bien porque el error pase desapercibido o por la experturía del sujeto en dicha actividad, al final se produce una rebaja considerable de dicho porcentaje, pero aun así podríamos situar el error entre un 10% y un 30%. Con esto no queremos significar que los árbitros sean malos profesionales, sino que por las características del fútbol e independientemente de su estado físico, experturía y capacitación, siempre cometerán errores, por ello nuestra actitud siempre debe ser la de facilitarles su trabajo, propiciando un estado de ánimo que les lleve a desarrollar su labor de forma óptima, situando el error en su tope mínimo. Por ello y como resumen, proponemos:

    1.  Comprender y aceptar el error arbitral, reflexionar sobre el texto presentado. Facilitar la labor arbitral para que cometa los menos errores posibles.

    2. Apostar por el silencio, bloquear el acto de dirigirse al árbitro, y hasta que se consiga, en ese tránsito, limitar las comunicaciones y siempre dirigirse con respeto y sin reiteración.

    3. Proteger a los compañeros oponiéndose a su protesta. Aproximaros, llamar su atención, alejarlos, intentar que hablen con vosotros...
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