24 Febrero 2017

    Si buscas un coach, es obvio que lo que necesitas es un psicologo

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    Se dispara la demanda de coachs. Abonan esta situación, algunos programas de TV, algunas empresas, algunos directivos, algunas federaciones deportivas y algunos deportistas. Estas peticiones es muy probable que no se fundamenten en el conocimiento, sino que más bien respondan al descubrimiento de algo aparentemente novedoso que trabaja lo personal sin el estigma que acompaña a la psicología. No es lo mismo, ni tiene el mismo impacto, decir tengo coach, signo de modernidad, que tengo psicólogo, informe o proclama de candidato a loco o trastornado, que genera dudas para la dirección de su vida y de cualquier organización en la que preste sus servicios. Trabajar con un coach se interpreta como apoyo de un colaborador y trabajar con un psicólogo muestra debilidades y deficiencias, absurdo pero cierto.

    Pero, ¿qué es el coaching? Quienes lo defienden y promocionan, no es mi caso, dicen que es un proceso de acompañamiento que busca la mejora competencial del individuo desde el autodescubrimiento. Es decir, el coach no da soluciones, ayuda a encontrarlas. Bajo este paraguas acaparador, a mi gusto limitado, se ofrece una eficacia cuestionable y un proceder escaso, que acaba recurriendo a otras técnicas psicológicas (visualización, programación por objetivos…) conformando un mix que sigue denominándose así, coaching, pero que confirma la tesis que intento defender, que el coaching es una moda usurpadora e intrusiva que no ha inventado nada y basa su éxito en una etiqueta poco molesta. Cada vez tengo más claro que el coaching es un parásito de la psicología.

    Hablando en nombre de sus defensores, cosa que me supone un cierto esfuerzo, diré, que en un principio, al coach se le va a pedir que sepa preguntar, que sepa escuchar, que pueda ponerse en el lugar del otro con facilidad, que sea un buen observador y además, se caracterice por la rapidez mental para repreguntar desde el análisis de la respuesta que proporcione el sujeto, todas ellas, habilidades y capacidades que habitan en el territorio psicológico y por tanto demandables y exigibles al psicólogo. Y es ahí donde empieza el problema, tenemos algo que está al alcance de muchas personas, con procedencias diversas y distintas, que se intenta presentar como una profesión. Pero para que entiendan el disparate o la broma, imagínense a alguien que dice ser un interrogador personal, un busca grietas, un técnico de automóviles que sólo sabrá cambiar el limpiaparabrisas o las ruedas.

    Pero la farsa no acaba ahí, ya estamos en la fase de la especialización, se habla de coaching personal, coaching deportivo, coaching educativo, coaching ejecutivo, coaching organizacional, bla, bla, bla y humo. Para mí y como ya he manifestado en otras ocasiones, el coaching es una puerta abierta para que personas sin una formación adecuada practiquen la psicología. Desde esa perspectiva, es inaceptable que cualquiera que se presente con la etiqueta de coach no pueda acreditar una licenciatura o un grado en psicología, eso también se llama intrusismo.

    Mi crítica también la extiendo a aquellos colegas que aprovechando el momento del mercado, el de la oferta y la demanda, agregan a su profesión de psicólogo la coletilla de coach y colaboran en una promoción diferencial. Si es lo mismo, sobra la “y” más lo que sigue. No se pueden poner al mismo nivel, una ciencia y un artilugio, un área de conocimiento y una diminuta expresión de ese conocimiento, una profesión y una moda, las evidencias y los milagros, el reconocimiento y la tendencia. ¿Se puede hablar de psicólogo y coach al mismo tiempo?

    Y por si fuera poco, la confusión, a la vez que lo propicio del momento, permite que haya personas que en nombre del coaching, practiquen el mentoring o el counseling, es decir, abandonando la esencia que pregonan se adentran en prácticas de ayuda más directivas, donde más que descubrir, se aplican los conocimientos y la guía que aporta el mentor, el consultor o el consejero para beneficiarse y mejorar. A mí me sigue pareciendo todo esto un disparate, una broma, coaching que no es coaching, coaching para todo, hacer una profesión de una actuación. A falta de que se regule el ejercicio profesional del psicólogo, se delimiten competencias y funciones, y las personas tengan claro a que profesionales dirigirse según que cosas, es necesario afirmar y dejar claro, que el coaching es a la psicología, como una hoja a un libro extenso o como el socorrismo a la medicina o como una piedra a una cantera.

    No abandones la web sin escuchar la canción "Necesito un coach" de Víctor Lemes: https://www.youtube.com/watch?v=duXrY9YyNUI

     

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