Seguro que a todos en el algún momento nos ha pasado, que al entrar en un determinado lugar o acudir a un determinado sitio, nos ha invadido una cierta percepción o sensación de seguridad, tranquilidad, confort. Y esto siempre es así o siempre sucede. Cuando hemos visitado un claustro antiguo, algo nos decía que había que aprovechar la paz que desprendía el conjunto, dentro de un cine no se nos ocurre entrar y salir varias veces, en las iglesias preside el silencio y la solemnidad, en las bibliotecas impresiona la concentración de sabiduría, en los centros universitarios el conocimiento infunde respeto y humildad, ¿a que llaman los campos de fútbol?
Hemos de conseguir que la entrada a los campos de fútbol sea una invitación a la distensión, una exaltación de la convivencia, un homenaje al respeto, un contagio de honestidad, y un tributo al buen comportamiento. Nuestros chavales no se merecen otra cosa que celebrar permanentemente la fiesta del fútbol. ¿Y esto como se consigue?
- Con el propósito y la voluntad de vivir una experiencia diferente.
- No haciendo de juez y árbitro.
- No gritando las opiniones y no usando el insulto.
- Razonando con tu vecino sea del equipo que sea.
- Animando siempre a tu equipo.
- Aplaudiendo a veces a tu equipo y a veces al contrario.
- No alimentando la agresividad. Cortando a tiempo las conversaciones que derivan al enfrentamiento.
- Pensando más en los chavales y no tanto en uno mismo.
- Dejando la memoria y el recuerdo en reposo. No dando lugar a la revancha y a la venganza. Si alguna vez sucedió algo desagradable, se dio en otro momento.
- Apostando por el buen uso del lenguaje. No asimilando partido con batalla, guerra, confrontación, lucha. Mejor rival que adversario, mejor oponente que contrario.
Los Clubs a través de sus miembros, fundamentalmente los adultos, directiva, técnicos, padres y en sus conversaciones privadas y mensajes públicos han de transmitir concordia, cordialidad, han de ser tremendamente respetuosos con la persona, aunque a veces se tengan dudas de que estamos ante iguales. Todos han de ser portadores del decálogo expuesto. El buen trato siempre depende de nosotros, aunque a veces las circunstancias se alien para ponerlo difícil. Debemos recordar, que no estamos obligados a responder de la misma forma que lo haga el otro, reaccionar no es ir a más, puede suponer ejercer control, destensionar y desactivar la situación.
Cuando seamos capaces de infundir, transmitir, sin tenerlo que proclamar o decirlo, cuando seamos capaces de convertir nuestro estadio en un templo del deporte, cuando contagiemos serenidad, podremos decir que en nuestro campo se disfruta del fútbol, habremos creado la atmósfera. Bienvenido a la fiesta, colabora con tu escuela o club y no dejes pasar la oportunidad de experimentar algo distinto y más satisfactorio.